lunes, 4 de enero de 2010

Las Relaciones Personales I

La mayoría de los problemas que enfrentamos las personas, y tal vez, los que más dolorosamente nos afectan, son precisamente conflictos en la relación con otras personas.

Aunque algunos quizá poseen una gran capacidad de relación en su vida laboral, son altamente estimados, respetados en su trabajo, y al que dedican todo el tiempo del mundo, sin embargo su relación con su esposa o su esposo, o con sus hijos dista muy lejos de ser así.

Y en nuestra consultoría a empresas y organizaciones, cuando llegamos a conocerlas de cerca, advertimos que los problemas más graves también provienen de dificultades de relación entre sus máximos responsables o de ellos con el resto de los integrantes de la entidad, es decir existe una evidente falta de higiene laboral, como le llamamos.

Lo malo es que, tanto en unos como en otros casos, cuando comprueban que se ha deteriorado su relación con otra u otras personas, muchas veces, en vez de esforzarse por mejorarla, buscan refugio en otros ámbitos de su vida, o en otras relaciones, eludiendo así la grave necesidad de reconstruirlas. De este modo, los problemas se hacen más serios y por lo tanto cada vez más difíciles de resolver.

Quienes nos dedicamos a trabajar en las relaciones humanas hemos utilizado, a la hora de tratar con estos desafíos, la metáfora llamada “cuenta bancaria emocional”.

Tal como en una cuenta bancaria ingresamos nuestro dinero, es decir hacemos un depósito. Cuando sacamos el dinero de allí, o hacemos cualquier pago a través de esa cuenta, reducimos parte de ese depósito.

Continuando con esta idea, todos tenemos abierta una especie de cuenta emocional con cada una de las personas que nos relacionamos en la cotidianidad de la vida. En esa cuenta efectuamos ingresos mediante la cordialidad, el aprecio, el amor, el trato afable, la honestidad, la lealtad, el cariño, etc. A medida que hacemos ingresos en esa cuenta, aquella persona irá acumulando un mayor depósito (un activo; estima por ejemplo) en relación a nosotros.
Cuando actuamos mal respecto a ella, es como si efectuáramos una salida (un pasivo; agravio), y el balance disminuye. Cuando la cuenta tiene un balance o saldo alto, entonces genera confianza, la comunicación es fluida y la relación es grata (sucede igual como con los bancos).

Pero si tenemos la mala costumbre de mostrarnos ingratos y desagradables con esa persona, y traicionamos esa confianza, el balance irá bajando hasta llegar a un nivel bajo, incluso hasta ponerse en números rojos (negativo). Y si estamos continuamente haciendo equilibrios entre los números negros y los rojos, la relación será tensa y difícil (aquí también sucede como con los bancos); y si estamos habitualmente en números rojos, ya no será simplemente difícil, sino muy difícil. (Hasta cerrarnos la cuenta)

El problema de muchas empresas e instituciones de todo tipo es que las relaciones entre los miembros funcionan justamente así, con su cuenta emocional en números rojos, o al borde de estarlo. En lugar de una buena comunicación, prevalece —como mucho— una difícil convivencia entre estilos diferentes, o una hipócrita tolerancia. Y muchas familias, muchos matrimonios, funcionan también ordinariamente así. Y entre muchos compañeros, vecinos o conocidos hay también una relación de este tipo, fácilmente hostil, defensiva y susceptible.

Las buenas relaciones humanas, y sobre todo las más prolongadas —familia, trabajo, amistad, etc. — exigen depósitos (activos) continuos en eso que estamos llamando cuenta emocional, porque el desgaste de la vida diaria ya supone siempre un goteo continuo de salidas (pasivos). Continuará…
www.CarlosCorreaCoaching.com

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